Yoemes

Yoeme/Yaqui

 

Orígenes

De acuerdo con la tradición oral, los yaquis se originaron en un pueblo anterior:

“Los surem eran seres pequeños que vivían hasta quinientos años, tanto hombres como mujeres; a los cien todavía eran jóvenes. Comían puros animales como liebres, pájaros y ratas y se los comían crudos ya que no conocían el fuego; tampoco había cuchillos, ni mecates, así eran. Vivían en llanos, en cuevas o en hoyos como zorras. En ese tiempo no había caballos, ni mulas, ni vacas, pero abundaban los grandes animales. Así como dijeron, los que vinieron de España trajeron padres para bautizar a las ochenta personas que habían quedado conformes, crearon las ocho iglesias que hay en los ocho pueblos y dejaron a los maestros, rezos, las vísperas y las velaciones. Así los surem se quedaron a procrear y sus hijos se bautizaron. Con el tiempo se hicieron un poco más altos, hasta que llegaron a nuestra estatura. Se bautizaron los ochenta surem pero aquellos que antes llegaban a los quinientos años de edad, con el tiempo no llegaban a la misma edad; así mientras más altos se hacían los hombres, menos eran los años que duraban. Las gentes se fueron a misa, construyeron casas, los curas les aconsejaban que no comieran cosas crudas ni carne con sangre, para eso les dieron fuego, frijol, garbanzo para que vivieran, además les trajeron caballos y otros trastes más”, (relato recopilado por Esteban Jiménez 1994).

 

Alimentación 

La base de la alimentación del pueblo yaqui se sustenta en los cultivos que cosechan en sus tierras, como frijol, trigo, papa, chile y tomate; así como en productos que adquieren comercialmente: harina, azúcar, café, leche y aceite, además de los refrescos embotellados que ya forman parte de la dieta del mediodía.

En las comunidades aledañas a Bahía de Lobos se completa la alimentación con pescados y mariscos. En las guásimas se captura camarón y jaiba, los cuales son para consumo doméstico y venta.

En las festividades más representativas de cada pueblo, regularmente se consumen una o dos vaquillas, las cuales son cocinadas en forma de estofado o, bien como un sabroso “wakabaki” acompañado de arroz y tortillas “sobaqueras”.

 

Lengua

De acuerdo a los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Infomática (INEGI) en el segundo conteo de población y vivienda 2005, la cantidad de personas de cinco años y más que hablan la lengua yaqui son 13,552. Sin embargo, los profesores de la región consideran que esta cifra asciende a cuarenta mil. Se hallan concentrados principalmente en Vícam y Pótam. Aunque existen asentamientos yaquis en Hermosillo y Arizona, su población no se contabiliza, dado que en Hermosillo no se habla la lengua y a que los censos nacionales no incluyen territorio externo.

 

Indumentaria

Los yaquis se visten de la misma manera que el común de los campesinos norteños. Los hombres usan paliacates y mascadas de vivos colores alrededor del cuello; pueden usar huarahes, zapatos o botas, portan cinturones de cuero y, en ocasiones, llevan fundas con navajas o cuchillos, que, sobretodo, utilizan en el campo.

Las mujeres usan blusas y faldas holgadas de telas floreadas y vivos colores. Bajo las faldas se acomodan varias piezas de manta o percal que las hacen aparecer más abultadas. Usan rebozo y generalmente llevan el pelo largo trenzado con cintas de colores. Las arracadas de oro, los ollares y borches para el cabello también forman parte de la indumentaria de la mujer. El vestido de los niños es similar al de los mayores.

 

Artesanías

Los yaquis solían producir objetos de cerámica y cestería, al igual que de madera y curtido de cuero. Sin embargo, a finales del siglo XIX y, debido probablemente a su azaroza historia de persecuciones y guerras, la producción de estos utensilios casi ya no se realiza.

En la actualidad, la producción de artesanía se remite a la elaboración de máscaras y tambores utilizados en sus ceremonias. La confección, bordado y tejido es una actividad permanente de la mujer. El ajuar de venado, matachín, pascola y fariseo regularmente se elabora con fines rituales, aunque eventualmente tenga algunos usos ornamentales.

 

 

Bibliografía.- Etnias de Sonora.- (Varios Autores)  Tonatiuh Castro Silva. Coordinador